domingo, 15 de febrero de 2009

La Operación

La operación Playa Roja fue una verdadera chapuza. Agentes del KGB, haciéndose pasar por terroristas rutenos, secuestran a todo el Orfeón de Navarra que pasaba unos días de asueto en Málaga. El objetivo es culpar a los independentistas de esta ex república de la U.R.S.S., y poder justificar la invasión soviética de un enclave estratégico.

El Orfeón es trasladado a un submarino alemán de la Segunda Guerra Mundial, proporcionado por el agente Vladimiro, encargado de la logística del KGB en la Costa del Sol, y propietario de un lucrativo y poco higiénico chiringuito en las playas de Benalmádena.

Dentro del submarino el grupo de tenores, preso de la tensión del momento, se desmarca con una habanera que resultó finalista en el certamen de Torrevieja del año 94; sólo los puños americanos de los falsos terroristas, hacen silenciar a los cantarines.

Llegado a este punto, el jefe del comando, el coronel Alexei, comienza a lamentar su excesivo afán por el ahorro. Podían haber secuestrado un avión, pero claro los pasajes de los secuestradores cuestan un pico, y el hotel también, por no hablar de los kilómetros que se pagan a cada agente. NO, NO, a España a secuestrar a alguien importante, que sale más barato, ¿PERO QUIÉN COÑO CONOCE AL ORFEÓN DE NAVARRA FUERA DE NAVARRA? Y además, estaba el pequeño detalle de la logística: el submarino obsoleto, la comida de Vladimiro desata las tripas con fuerza 7; las armas provenientes de la guerra civil española; Joer si hasta algunos de los agentes del KGB resulta que son de Chiclana y se pasan el día diciendo: -“Viva Eztálin y viva la madrezita Ruzia”, “Abaho er Capitalimmo y viva er pec’ao frito”. Con semejante plantel opta por una acción evasiva y ordena inmersión. Justo en ese momento, son embestidos por una patrullera de la Guardia Civil que acaba de requisar un cargamento de hachis y cuyos tripulantes estaban ocupados en comprobar la pureza del producto; de hecho no se detectó su presencia porque iba totalmente oculta en una nube de humo blanco y aromático, confundiéndola con un banco de niebla arrastrado por la corriente del Estrecho.

Dado el cariz que van tomando los acontecimientos, el coronel decide poner los pies en polvorosa, escapando en un submarino de bolsillo trasero marca Wrangler, y de un tejido tan malo, que el agua se cuela por las costuras. Y como lo que mal empieza, mal acaba, el coronel acabó chocando con una patera, yéndose al fondo, por rácano.

El Orfeón en pleno, preso del shock y oliendo a porro, no pudo dar una respuesta coherente a lo sucedido, si a eso le unimos que el informe lo redactaron los guardias civiles fumetas, se comprende que en la comandancia se archivara el caso con el nombre de “Abdución en grupo “.

Al resto de los componentes del falso comando ruteno, KGB, célula de Chiclana, se les puede ver en el paseo marítimo vendiendo pulseras hechas con los restos del submarino, o de camareros en el chiringuito de Vladimiro, que se ha cambiado de nombre y ahora se llama “Segundino el rey del Reggaeton”.