domingo, 1 de mayo de 2011

Tu pelo azul

Aspiro el aroma de tu pelo azul en mi cara, siento el calor de tu cuerpo y esa mirada fija en mí, con unos ojos que han visto más de lo que yo veré en muchas vidas

-Dime que me quieres, aunque no sea verdad-.

Y mi corazón late desbocado sin poderte contestar.

No siempre pienso en ese momento, pero cuando su recuerdo aflora, lo vuelvo a vivir con una claridad prístina, y además, vuelven a representar ante mí, todos aquellos momentos en los que esto ha sucedido.

Una vez en el estadio olímpico de Sarajevo, mientras el cielo se teñía de escarlata por las bombas serbias.

Otra, en el pasillo del hospital donde agonizaba mi padre.

Un día cuando cambiaba los pañales a mi hija en su segundo mes de vida

Durante la inauguración de mi primera exposición en Tokio, y cuatro o cinco momentos más.

Afortunadamente, es algo que pocas veces me ocurre, no comprendo el porqué ni el cómo pero cuando sucede, el dolor asciende en oleadas desde el estómago e inunda cada parte de mi ser con un agua estancada que hiede a tristeza y melancolía. Por un momento la realidad se convierte en una imagen congelada de colores fríos y vuelo a estar allí,

Contigo, aspirando tu aroma, sintiendo tu aliento.

-Dime que me quieres aunque no sea verdad-.

A los pocos segundos Dios vuelve a darle al Play, y las cosas prosiguen donde se quedaron, salvo mi corazón que continúa latiendo desbocado.