sábado, 26 de febrero de 2011

¿Para qué se vive?



¿Para qué se vive? Pregunta Marie mientras se pinta los labios. Hoy, los niños comen en el colegio, y Paul no vendrá hasta bien tarde, hay junta de accionistas, y le necesitan. Suena el móvil en su bolso. Número oculto, es Jacques: - Te espero frente a la catedral, no tardes que no aparco; te quiero… Y la sangre vuelve a fluir por las venas. Se siente fuerte, valiente, viva. Sus mejillas ya no van a necesitar el colorete. Mientras se pone el abrigo, piensa que hay pocos momentos realmente brillantes en la vida, buenos muchísimos, realmente excepcionales menos. Pero brillantes, aquellos que sólo uno mismo puede comprender. Resplandecientes como la luz propia del sol y que su sólo recuerdo nos hace arder, son muy escasos. Por eso señoras y señores, Marie ha decidido que no se va a perder ninguno, aunque tenga que saltarse algunas normas (otro momento brillante).
¿Se vive para esto? Desde la ventana observa los pináculos de la catedral y piensa que en los cinco minutos que le separan de su casa, podrá encontrar milones de respuestas a esa pregunta.


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